domingo, 23 de marzo de 2014

SIENTO LA LIBERTAD/DANI MI NIÑO/MI PICHI CHIQUIRRÍN

  





     SIENTO LA LIBERTAD

Te escucho cuando paseo al atardecer,
mi piel se eriza y no se por qué…
te siento cerca y lejos a la vez,
mi pelo vuela con la brisa del viento
mi corazón…, late con más fuerza,
no se…, como si esperara a salir corriendo
a llenarse de mi alrededor, de ese sentimiento,
de ese resplandor.
El sol cubre el horizonte, se torna rosa y
rojizo, deslumbra con su fulgor, ciega mis ojos
que insisten en mirar la belleza del ocaso de mi sol.
Camino deprisa, con el viento de frente,
mis pestañas se curvan con su fuerza,
mis pulmones se hinchan de naturaleza,
que preciosa libertad, ojalá fuera verdad.
La libertad que me llena por momentos,
seguramente, lo mismo sentiría un animal,
estoy libre, mi cuerpo revienta de felicidad.
Lastima…, que realmente no sea una verdadera

realidad.









        DANI MI NIÑO.

De pequeño siempre has sido muy débil,
hijo mío que miedo he pasado,
cada dos por tres…malo.
Siempre remontando de tu enfermedad,
la infancia te trató sin piedad.
Has ido creciendo, y tu mente, más,
ese niño tranquilo y curioso que siempre
me preguntaba y pedía más.
De tu abuelo de la mano, orgulloso de ti,
de su niño, de su chiquitín, incluso,
te quería mucho mas que a mí.
Ya te has hecho mayor,
una cabeza me sacas e incluso me sacarás dos,
sales solo, ya casi no necesitas de mí.
Pero aunque tu no te lo creas,
yo siempre voy a estar ahí,
aunque tengas ya tus hijos,
mamá seguirá a tu lado fijo,
dándote amor, dándote besos,
te quiero mi niño, te quiero mi cielo.








MI PICHI CHIQUIRRIN

Ay¡¡Mi Pichi, que chiquirrín eras,
un cachito de carne parecías cuando yo te vi.
Y nada mas verte…, me enamoré de ti.
Te subí a mi casa, estabas asustado,
yo te di calorcito, en mi regazo,
te preparé la papilla, y piabas angustiado,
abrías el pico desesperado, y con paciencia
y mis pinzas, tu buchecillo quedó abarrotado.
¡Gordón te decía!,
Cada vez que tu comías,
 fuiste creciendo y tu carne rosada,
se fue cubriendo de una gran plumada.
En mi hombro te subías,
y debajo de mi pelo te refugiabas,
me picabas en la oreja, defendiendo tu nidada.
Yo te cogia con la mano, y no querías tu jaula.
Viviste mas de ocho años en casa,
un día te saqué al balcón,
y tu jaula se volcó,
y volaste a no se donde, a buscar algún amor
a la libertad..., 
que sin querer, por intentarte dar
la vida te quite yo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario